jueves, 8 de octubre de 2009

Se marcho mercedes sosa

Se marchó Mercedes Sosa

Por Manuel Almonte

Artista plástico

Gran mentira la de los cables de prensas internacionales que con sus garras infernales ayudan a matan los más hermosos sueños de aquellos que se han negados a olvidar las enseñanzas del Principito.

La Negra Sosa no cayó rendida a los pies de la muerte.

Los medios no entienden eso porque no alcanzan a distinguir el encanto de los colores en la mariposa, ni el áureo mágico de la calandria cuando en danza matutina liba el néctar de la flor del plátano, ni el fresco verdor del barrancolí,

ni el esfumado cromatismo del zumbador tras la flor.

Porque no son capaces de percibir el prodigio del mundo al través de una gota de agua, no saben a donde fue la Negra.

Mercedes no se rindió ante la muerte, pues, sabia que su existencia, su fértil existencia, era argamasa imprescindible para la edificación de la utopia.

Mercedes decidió irse de paseo por los jardines siderales.

Se marchó discretamente, como el etéreo vuelo de la garza, en silencio, como pluma al viento, como la semilla de roble, sin bulla ni alcahuetería, fresca como gota de rocío, sin amargura ni arrepentimiento de última hora; como para no hacernos sufrir.

La negra se fue con su canto a otros mundos con menos problemas talvez.

Su herida era tan grande que su pequeño corazón se resistía a seguir sangrando ante el carnaval de injusticias que mata al mundo.

Ella decidió marcharse cual refulgente arco iris, dejando tras de sí una imborrable estela de infinito colores.

La reina de la canción con sentido dirigió sus tardos pasos hacia lo desconocido, para allí colmar otros mundos con su canto y amor de madre preocupada.

La Negra siempre solidaria con los sin nada, indios como ella; parte de la herida centenaria, esencia de su lamento hecho canto al pies de la luna Tucumana, y agotada por las tantas lagrimas de sus hijos, va al encuentro de otros hijos.

Allí, como no se cansa, será voz primera en el coro de Ángeles celestiales para dormir a todos los negritos de otros mundos.

La dama del tambor con sonido de trueno cercano y lejano, acompañó a la vida en todas sus quejas.

Mercedes Sosa siempre honró la vida.

La dama de la voz de miel, con perfume de azucenas y de naranjos en flor, como culto a la humanidad irredenta, deja escuchar su canto por cada rincón de la tierra, y como María, va pregonando un himno de alegría y gracias a la vida.

Con un canto siempre triste; sombra de melancolía centenaria por el pasado perdido de su raza, canta a la alegría, a lo profundo de la tierra, al fuego que da la vida, al cielo amoroso bajo el cual un día se ha de formar el gran nido de finas perlas que servirá para calentar por siempre a la humanidad entera.

Mercedes, nos deja su canto como legado de amor y lucha por los pueblos de America y el mundo para que no olvidemos que solo el reencuentro con lo más puro de nuestra interioridad en comunión, será el principio de la construcción del paraíso bello de la humanidad.

Su sueño también será el nuestro; nuestro canto de amor y lucha.

5-10-09